Un quinto

Todos creemos al principio que podremos controlarlo. -William Burroughs Para el retrasado no hay desayuno. Sol sin núcleo. Subes las nubes del cerro en carroza social. No lloras porque ni agua llevas en los ojos. Rozas tus hombros con los de un hombre de 90 kilos, cada fricción arde, pero no hay lugar mejor para ti. Bajas con los brazos hinchados a hincharte el cuerpo. En el subterráneo diez mil carnes en ebullición. Un olor a cebolla te devuelve el miedo a la falta de sabor en la panza, la bilis hambrienta quiere brotar sobre la calva de un diputado. Notas para un examen que ya no notas de un francés que ya no explotas porque te ha surgido un interés por lo propio, lo nacional, lo decolonial. Pero prefieres un Yonqui , antes que un drogué o un teporocho. Y persigues a Burroughs en sus serifas. Acuciosa sensación compartida de morfina, y el cuerpo tiembla; aunque quizá sea el exceso de mots (moho) o la abstinencia de nutrientes. Bajas. Mientes. Un cigarro. ¿Qué es un cigar...