Poema sin fin
I fucking hate you
but I love you
- Tyler Gregory
Escucho su voz con la misma desconfianza con la que leo poesía. Los poemas son mentiras bien arropadas, hay que desnudarlas con cuidado. Pero él es tan mal poeta que no hay que esforzarse mucho. Con sus vestidos lingüísticos no se esconde, tropieza. Corta mal las telas y sus engaños quedan descubiertos; sus puntadas se notan y vuelven hilarante todo el conjunto: noerestusoiyós en la manufactura; y no sabe rimar los colores del engaño: cose rojos de pausa con verdes avanza.
Estoy confundidoQuiero trabajarme,
encontrar sentido.
Si vuelvo, seré más
quiero sopesarme
no dejaré de amar
Quiere liberarse de la relación, pero sigue lanzando versos de conquista: todas sus palabras colisionan en mi garganta, es el peor bombardeo de mi vida.
Me defiendo en un solo ataque. Primero pienso en una rendición, un “quédate” que quiere coser lo roto, coser mi oído con el suyo al otro lado del teléfono, ¿pero para qué? Yo no soy una poetisa. Hay que ser revolucionarias partidarias de la libertad y, sobre todo, pragmáticas. Hay que tirar las prendas o de tantos remaches un día quizá los abrigos comiencen a enfriarnos. “Si te sientes así, tal vez no deberíamos seguir juntos, ¿estás de acuerdo con que terminemos?” Sí, dice él. Y las lágrimas que exprimen mis huesos ahora mojan las venas de mi pantalón favorito.
Hay amores estacionarios y amores de una sola estación. La primera vez que lo besé fue en un campo de Toluca. Los cerros erosionaban nubes rojizas y el mundo callaba expectante por nuestra unión. Hacía un calor tremendo entre sus suspiros y los míos. El brillo descomunal de sus ojos eran tristes lágrimas disecadas que otra científica había dejado; yo las confundí con amor. Ahí comenzamos a hablar de poesía y nos cosimos ropas. Pero el verano derritió una tinta que manchó las vestiduras y nos permitió deshacernos rápido de eso que solo nos calentó una estación.
…
En un intervalo de ocho días vuelvo a un poema transformado. Encuentro las rimas de la soledad acompañadas. Una foto y una nota: su mano y la de otra, "me haces feliz, loca". Y rota, rota caigo sobre nuevas costras.
…
Cambios: como más hojas de la antología que no entiendo que platillos mexicanos. Desarrollo alergia al lagrimeo y arrastro el corazón hinchado. Vomito de dar tantas vueltas a un taumátropo de amor/engaño. Duermo, pero “no basta cerrar los ojos en la sombra/ ni hundirlos en el sueño para ya no mirar,/ porque en la dura sombra y en la gruta del sueño/ la misma luz nocturna nos vuelve a desvelar”, me grita Villaurrutia en sueños.
…
No puedes estar leyendo ese poema toda la vida. Y no lo estoy. A veces calzo mis pies descalzos con la ducha; a veces dejo que los amigos revuelvan las habitaciones de mi voz buscándome hasta que se ofuscan; a veces me dejo comer por una torta de cochinita o un café con leche me toma sin azúcar; a veces cago lo que no vomito; a veces lloro solo lo que necesito.
…
Y no estoy así toda la vida. Hoy, por ejemplo, escribo en lugar de releer poemas.
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