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II. Estrategia contra el silencio

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Elegí desde niño no apostarle al silencio porque mis padres se endeudaron con él desde jóvenes; y ya no pudieron  arreglar la ruina de sus vidas. Aún así heredé la deuda con un interés particular. Mi silencio interior fue embargado por unos cobradores enfadados. Quedé sin calma por dentro y solo dejaron ruido. Un día llegó una tropa de pensamientos a mi hogar, decenas de soldados se volvieron huéspedes que atender toda la jornada, y me ocupaban con dolor y miedo. Al principio no aparecían a diario, simplemente buscaban posada cuando las cosas se ponían más frías. Después me di cuenta de la necesidad de tenerlos en casa. En momentos de sosiego los ruidos de bombas se oían a lo lejos y yo me acercaba para ver si podía ver a algún tirador. Corría por los sobrevivientes y los curaba, pero al siguiente día los hallaba desfigurados. Nunca paré, se volvió un ritual. Quise terminar con la violencia, pero quizá solo le di más cuerpos para torturar. Sobrepensamiento, overthinking . Más tarde...

Poema sin fin

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I fucking hate you but I love you - Tyler Gregory Escucho su voz con la misma desconfianza con la que leo poesía. Los poemas son mentiras bien arropadas, hay que desnudarlas con cuidado. Pero él es tan mal poeta que no hay que esforzarse mucho. Con sus vestidos lingüísticos no se esconde, tropieza. Corta mal las telas y sus engaños quedan descubiertos; sus puntadas se notan y vuelven hilarante todo el conjunto: noerestusoiyós en la manufactura; y no sabe rimar los colores del engaño: cose rojos de pausa con verdes avanza. Estoy confundido Quiero trabajarme, encontrar sentido. Si vuelvo, seré más quiero sopesarme no dejaré de amar Quiere liberarse de la relación, pero sigue lanzando versos de conquista: todas sus palabras colisionan en mi garganta, es el peor bombardeo de mi vida. Me defiendo en un solo ataque. Primero pienso en una rendición, un “quédate” que quiere coser lo roto, coser mi oído con el suyo al otro lado del teléfono, ¿pero para qué? Yo no soy una poetisa. Hay que ser r...

III. Humo y sal

A Marco y Paulina El día que comenzamos a andar, Z y yo fundamos una casita de adobe cerca del mar. Nos creíamos José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán. No Adán y Eva porque la inocencia del Edén estaba muy lejos de nuestros traumas de pueblo. Todo nuevo amor siempre cree ser una pareja fundacional; alguna se aventura y cree ser fundamental. Pero nuestro Prudencio nunca desapareció. Sobre todo, porque no estábamos huyendo de él, andábamos como moldeándolo. Prudencio es el silencio que nunca aprendimos a callar. A veces ella cubría mi oído con su boca y sentía al mismito mar arrullándome. A veces yo le cantaba al cuello y ella hacia el amor con el viento. Y nada más. Fuera de eso no hablábamos. Yo me sentaba a leer en el estudio con tres cafés en la mesa y ella rodaba de la arena al mar. Parimos dos mutismos que nunca supieron de fraternidad. Luego lo obvio: el silencio no soporta la compañía; es mal anfitrión y hace todo por recuperar su soledad. Lo único que fundamos fue una decepc...

Un quinto

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Todos creemos al principio  que podremos controlarlo. -William Burroughs Para el retrasado no hay desayuno. Sol sin núcleo. Subes las nubes del cerro en carroza social. No lloras porque ni agua llevas en los ojos. Rozas tus hombros con los de un hombre de 90 kilos, cada fricción arde, pero no hay lugar mejor para ti. Bajas con los brazos hinchados a hincharte el cuerpo. En el subterráneo diez mil carnes en ebullición. Un olor a cebolla te devuelve el miedo a la falta de sabor en la panza, la bilis hambrienta quiere brotar sobre la calva de un diputado. Notas para un examen que ya no notas de un francés que ya no explotas porque te ha surgido un interés por lo propio, lo nacional, lo decolonial. Pero prefieres un Yonqui , antes que un drogué o un teporocho. Y persigues a Burroughs en sus serifas. Acuciosa sensación compartida de morfina, y el cuerpo tiembla; aunque quizá sea el exceso de mots (moho) o la abstinencia de nutrientes.  Bajas. Mientes. Un cigarro. ¿Qué es un cigar...

Viento

Miro la virtud que tiene el cielo para acrecentar mi territorio.  Despegan mis sueños cuando frente a mí hay un azul cumplido. -Hársen Como el viento es aguerrido,  como todo se va. ¿Crees que se trate de la muerte? Que tanto evitas. -unperro andaluz Deslízame el cielo sobre las alas y cúbreme de ciudad este vuelo. que mis ronquidos empareden sus balas en dos oídos que se dicen “te quiero” mucho, mucho, mucho. Será el silencio si las nubes no llueven por temor al viento o el viento devora solo su huracán tan necio. Mucho, mucho, mucho será el silencio. Y Dios me libre de ser la noche que con su coche sabe las distancias  del avión que corre sin reproche en frías bóvedas de repugnancia.

El correo perdió una carta

A Maliachi Estimada Fabiola: Iba a reclamarle al tiempo que no nos deje continuar con la charla, pero es sordo y está ancho devorando todo signo de estabilidad. Aún así, las sobras de los recuerdos nos alcanzarán para llegar hasta acá: el final. Regreso al primer día porque está impreso en mi diario:  Mientras la profesora de literatura terminaba la monografía de Rayuela sobre su escritorio, erguida en ese negro envoltorio pegado al talle, mis ojos miraban a un horizonte sin ****, un azul sin nubes que me obligaba a leer a Cortázar después de la ruptura (agosto, 2024).    Fue solo un comentario sobre la riqueza de Rayuela , y claramante mi relación terminó pronto, pero fue ahí que me di cuenta que la luz ya medio muerta de mi alma podía seguir reflejando pensamientos creativos o videncias destructivas. Si este curso tuviera cuerpo estaría enamorado, querría que continuara conmigo hasta la muerte. Rogaría por su cariño. Nunca he amado así. Aunque quizá todo el ciclo acadé...

¿Cómo llorar?

Para B. y Rodrigo M., por las marcas del lenguaje –No llores más. Y lloro más para contrariar.  Mi lluvia no aprendió a detenerse bajo el paraguas de ningún ser: ni del pasajero en el metro, ni del mesero en el restaurante. Mis lágrimas son un granizo que parte la indiferencia. Aunque a llorar se aprende. Se colorean mandalas de tristeza una tarde y luego se pintan óleos de felicidad por la noche. Hay que saber de dónde viene el llanto o terminamos con una obra pobre que solo hace que sobreviva una incomodidad en nuestro espíritu acuoso. Para saberlo, acudir a la memoria y a los sentidos. El motor de las lágrimas son imágenes, como en la literatura. Entonces, llorar con recuerdos para reconocer el sentimiento: una calle que huele al ataúd de mi abuela; una alfombra que se siente como mi perro inválido; una carta que tiene la voz de mi amado; un elogio que se escribe sonriendo; el timbre de la puerta del metro en bucle; un hacha de sueños que me degolla.  Llorar debe ser satisf...